miércoles, 23 de diciembre de 2009

Nacimientos : "belenes" o "pesebres"

Nacimientos:
"belenes" o "pesebres"


Como nos relatan los evangelios, la ciudad de Belén estaba llena de visitantes que acudían a cumplir la orden de empadronamiento dictada por el Emperador Augusto; por ello, las posadas sólo daban albergue a aquellos que tenían dinero. Como María estaba embarazada les permitieron quedarse en un establo donde nació Jesús.

San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, fue el iniciador de los nacimientos entre 1200 y 1226. Según indica la tradición, el santo recorría la campiña cercana a la pequeña población de Rieti en el invierno de 1223. La Navidad de ese año lo sorprendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores. La tradición indica que, de manera milagrosa, en la escena aparecieron ángeles y se personificó el niño Jesús, la Santísima Virgen y San José.

La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano; y de los seres vivos, se pasó a la utilización de figuras pues los primeros misioneros en llegar a América fueron franciscanos y por supuesto siguieron la tradición de San Francisco de Asís.

Asimismo, la tradición señala que el primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del siglo XV y fue fabricado con figuras de barro. Carlos III ordenó que los "belenes" se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico y español; en América, los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los naturales, y entre ellos, los nacimientos toman un papel importante.

Las iglesias contaban con sus "belenes" que utilizaban los religiosos y los vecinos para sus solemnes procesiones de Navidad. No había familia, por humilde que fuera, que no gozara al "poner el Belén", junto al cual cantaban unidos los villancicos.

Las figuras de un "belén" pueden ser de distintos tamaños (incluso a tamaño natural) y componen las distintas escenas que recorren el nacimiento del Niño Jesús, desde la búsqueda de la posada, el nacimiento, la anunciación del Ángel a los pastores, la adoración y las ofrendas al Niño por los lugareños y la escena de los Reyes Magos guiados por una estrella hacia el portal de Belén.

El misterio de la Natividad representado en el pesebre era indispensable en todas las casas. Esta tradición ha pasado de padres a hijos, como la labor que realizan los artesanos que, empleando los materiales más sencillos crean una magia que no se pierde a pesar de los años.




sábado, 12 de diciembre de 2009

Rosario a la Virgen Guadalupana

Rosario a la Virgen Guadalupana


En estos misterios se medita en las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Al iniciar cada misterio, se lee el pasaje y se hace la petición, se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria y al final, se canta alguna estrofa de las canciones propias de la Virgen de Guadalupe.


Primer Misterio: La Virgen de Guadalupe trae un mensaje de paz a su pueblo.

“Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador, en quien está todo; y es Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy su piadosa Madre”.

Pedimos a la Virgen María por todos aquellos que no la conocen y no la valoran como su Madre, especialmente en nuestra patria Argentina. Rogamos por todas las mujeres, para que descubran el valor de su vocación.


Segundo Misterio: Juan Diego comparte a la Virgen su humildad y su pequeñez a los ojos de los hombres.

“Te ruego encarecidamente, Señora y niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda”.

Pedimos a la Virgen que nos ayude a darnos cuenta del valor de la humildad y la sencillez de corazón, que nos permita ser instrumentos dóciles en las manos de Dios.


Tercer Misterio: María de Guadalupe escogió a Juan Diego por su sencillez y no por su sabiduría.

“Oye hijo mío, el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad, pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y con tu mediación, que se haga mi voluntad”.

Pedimos a la Virgen que nos ayude a saber transmitir la palabra de Cristo a los demás, para que Él reine en los corazones, en las familias y en la sociedad.


Cuarto Misterio: La Virgen María cura a Juan Bernardino como signo de que quiere salud y felicidad para su pueblo.

“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas a esa enfermedad ni alguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa, no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó".

Pedimos a la Virgen que, como san Juan Diego, sepamos acompañar en la enfermedad, la angustia y el dolor a los que están cerca de nosotros. También rogamos por nuestras familias.


Quinto Misterio: María nos deja su imagen para recordarnos su ternura, su amor y su constante protección.

Juan Diego trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue a cortar; las que, así como las vio, cogió con sus manos y otra vez se las echó en el regazo diciendo: “Hijo mío, el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo, le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza”.

Pedimos a la Virgen que, como Ella, sepamos escuchar y ayudar a nuestros hermanos, especialmente los de nuestra Fraternidad de Vida Nueva. También rogamos por el papa y los Obispos en comunión con él.




Nuestra Señora de Guadalupe - Historia de la Fiesta

Nuestra Señora de Guadalupe
Historia de la Fiesta


La Virgen se apareció a Juan Diego y nos deja una muestra de su gran amor (12 de diciembre)


Aunque las diferentes advocaciones de la Virgen María son muy numerosas, la Iglesia le da especial importancia a las tres apariciones de la Virgen María en diferentes partes del mundo:

· Aparición de la Virgen de Guadalupe: 12 de Diciembre de 1531 en México.

· Aparición de la Virgen de Lourdes: 11 de Febrero de 1858 en Francia.

· Aparición de la Virgen de Fátima: 13 de Mayo de 1917 en Portugal.

Debemos recordar que es la misma Virgen María la que se ha aparecido en los distintos lugares, en estos tres momentos para ayudarnos y animarnos a seguir adelante en nuestro camino al cielo. En estas apariciones, la Virgen nos ha pedido rezar el Rosario, acudir al Sacramento de la Penitencia y hacer sacrificios para la salvación del mundo.

La Virgen de Guadalupe es muy importante para la fe de todos los mexicanos, pues en ella nuestra Madre del Cielo manifestó claramente su amor de predilección por este pueblo, dejando un hermoso mensaje lleno de ternura y dejando su imagen grabada en un ayate como muestra de su amor.

En el Nican Mopohua se puede encontrar la historia completa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero aquí presentamos un resumen de la misma:

Hace muchos años, los indios aztecas que vivían en el valle de México, no conocían a Jesús. Ellos tenían muchos dioses y eran guerreros. Los misioneros eran unos sacerdotes que vinieron de España y que poco a poco fueron evangelizando a los indios. Les enseñaron a conocer, amar e imitar a Jesús en la religión católica y los bautizaron.

Entre los primeros que se bautizaron, había un indio muy sencillo llamado Juan Diego, quien iba todos los sábados a aprender la religión de Cristo y a la misa del pueblo de Tlatelolco.

El sábado 9 de Diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el Cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa.

La Señora le dijo: "Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. He venido hasta aquí para decirte que quiero que se me construya un templo aquí, para mostrar y dar mi amor y auxilio a todos ustedes".

La Virgen le dijo a Juan Diego que fuera a ver al Obispo y le contara lo que Ella le había dicho.

Juan Diego salió de la casa del Obispo muy triste porque no le creyó. Entonces fue al Cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían.

La Señora le dijo a Juan Diego que volviera el domingo a casa del Obispo. Esta vez, el Obispo le dijo que le trajera una señal, es decir, una prueba de que la Señora de verdad era la Virgen.

Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino se puso muy enfermo y fue por un médico. Fue hasta el martes, cuando al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: "Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su ayate. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Se las llevó y Ella le dijo: "Hijo mío, el más pequeño, estas rosas serán la prueba que llevarás al obispo".

Juan Diego fue de nuevo a ver al Obispo y le dijo que la Virgen le había mandado la prueba de que Ella era realmente la Virgen.

Al soltar su ayate, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe.

Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo.

El ayate permaneció un tiempo en la capilla del Obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 lo trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac.

· En 1754, Benedicto XIV nombró a la Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva España, desde Arizona hasta Costa Rica.

· El 12 de octubre de 1895 se llevó a cabo la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII.

· En 1904, San Pío X elevó el santuario de México a la categoría de Basílica y en 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe, Patrona de toda América Latina.

· En 1945, Pío XII le dio el título de la Emperatriz de América. El 12 de Octubre de 1976 se inauguró la nueva Basílica de Guadalupe.

Miles de personas de México y del mundo entero, visitan cada año la Basílica de Guadalupe, en donde está la hermosa pintura que la Virgen pintó a Juan Diego en su ayate para pedirle a Nuestra Madre su amor, su protección y su ayuda.

Las peregrinaciones no sólo se llevan a cabo en México, las hay en todos los países del mundo a diferentes templos. Algunas personas van de rodillas, porque le hacen una promesa a la Virgen cuando le piden un favor. En las peregrinaciones, la gente va haciendo oración, sacrificios y cantando. Muchas veces, las peregrinaciones vienen de muy lejos y se tardan varios días en llegar a darle gracias a la Virgen por algún milagro o favor que les concedió. El amor a la Virgen es lo que mueve a todas estas personas a irla a visitar desde su ciudad.

En las peregrinaciones, las personas suelen llevar estandartes con la imagen de la Virgen y mantas donde escriben el nombre de su pueblo, de su familia, de su empresa.







viernes, 27 de noviembre de 2009

Virgen de la Medalla Milagrosa

Virgen de la Medalla Milagrosa
Un 27 de noviembre: las apariciones


El 27 de noviembre de 1830, a las 5 y media de la tarde, estando en oración, Santa Catalina Labouré ve en el sitio donde está actualmente la Virgen del globo, como dos cuadros vivientes que pasan en fundido encadenado.

En el primero, la Virgen está de pie sobre medio globo terráqueo y lleva en sus manos un pequeño globo dorado. Sus pies aplastan una serpiente.

En el segundo, salen de sus manos abiertas unos rayos de un brillo bellísimo. Al mismo tiempo Catalina oye una voz que dice:

«Estos rayos son el símbolo de las gracias que María consigue para los hombres». Después se forma un óvalo en torno a la aparición y Catalina ve como se inscribe en semicírculo una invocación, hasta entonces desconocida, escrita en letras de oro:

«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti».

Después, la medalla se vuelve y Catalina ve el reverso: arriba, una cruz sobre la letra inicial de María, abajo, dos corazones, uno coronado de espinas, otro atravesado por una espada. Entonces oye Catalina estas palabras: «Haz, haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán grandes gracias».



La Medalla

En esta capilla escogida por Dios, la Virgen María en persona ha venido a revelar su identidad por medio de un objeto pequeño, una medalla, destinada a todos sin distinción!

La identidad de María era tema de controversias entre teólogos desde los primeros tiempos de la Iglesia. En 431, el Concilio de Efeso había proclamado el primer dogma mariano : María es madre de Dios. Desde 1830, la invocación «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti» que se levanta hacia el cielo, mil y mil veces repetida por miles de almas cristianas en todo el mundo a petición de la Madre de Dios, va a producir su efecto.

El 8 de diciembre de 1854, Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción: por una gracia especial que ya le venía de la muerte de su Hijo, María fue concebida sin pecado.

Cuatro años más tarde, en 1858, las apariciones de Lourdes van a confirmar a Bernadette Soubirous el privilegio de la madre de Dios.

Corazón Inmaculado, María fue la primera rescatada por los méritos de Jesucristo. Es luz para nuestra tierra. Todos estamos destinados, como ella, a la felicidad eterna.


La medalla milagrosa

Unos meses después de las apariciones, sor Catalina es destinada al hospicio de Enghien, en el distrito 12 de París, para cuidar a los ancianos. Se pone al trabajo. Pero la voz interior insiste: hay que hacer que se acuñe la medalla. De eso Catalina vuelve a hablar a su confesor, el Padre Aladel.

En febrero de 1832, hay en París una terrible epidemia de cólera, que va a hacer más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empiezan a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel.

Son numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. Es un maremoto. El pueblo de París califica la medalla de «milagrosa».

En el otoño de 1834 ya hay más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se ha propagado la medalla hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares.

A la muerte de sor Catalina, en 1876, se cuentan más de mil millones de medallas.



La medalla luminosa

Las palabras y los símbolos grabados en el anverso de la medalla expresan un mensaje con tres aspectos estrechamente ligados entre sí.

«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti».

La identidad de María se nos revela aquí explícitamente: la Virgen María es inmaculada desde su concepción. De este privilegio que ya le viene de los méritos de la Pasión de su Hijo Jesucristo, emana su inmenso poder de intercesión que ejerce para quienes le dirigen sus plegarias.

Por eso la Virgen María invita a todos las personas a acudir a ella en cualquier trance.
Sus pies en medio de un globo aplastan la cabeza de una serpiente.

Este globo representa a la tierra, el mundo. Entre judíos y cristianos, la serpiente personifica a Satanás y las fuerzas del mal.

La Virgen María toma parte en el combate espiritual, el combate contra el mal, cuyo campo de batalla es nuestro mundo. Nos invita a entrar nosotros también en la lógica de Dios que no es la lógica del mundo. La gracia auténtica de conversión es lo que ha de pedir el cristiano a María para transmitirla al mundo.

Sus manos están abiertas y sus dedos adornados con anillos que llevan piedras preciosas de las que salen rayos que caen esparciéndose por toda la tierra.

El resplandor de estos rayos, lo mismo que la hermosura y la luminosidad de la aparición descritas por Catalina, requieren, justifican y alientan nuestra confianza en la fidelidad de María (los anillos) para con su Criador y para con sus hijos; en la eficacia de su intervención (los rayos de gracia que caen en la tierra) y en la victoria final (la luz), ya que ella misma, primera discípula, es la primera salvada.



La medalla dolorosa

La medalla lleva en su reverso una inicial y unos símbolos que nos introducen en el secreto de María.

La letra « M » está coronada con una cruz.

La letra « M » es la inicial de María, la cruz es la Cruz de Cristo. Los dos signos enlazados muestran la relación indisoluble que existe entre Cristo y su Madre Santísima. María está asociada, a la misión de Salvación de la humanidad por su Hijo Jesús,y participa con su compasión en el mismo sacrificio redentor de Cristo.

Abajo, dos corazones, uno rodeado de una corona de espinas, el otro traspasado por una espada.

* El corazón coronado de espinas es el Corazón de Jesús. Recuerda el cruel episodio de la Pasión de Cristo, relatado en los evangelios, antes de que se le diese muerte. Significa su Pasión de amor por los hombres.

* El corazón traspasado con una espada es el Corazón de María, su Madre. Recuerda la profecía de Simeón relatada en los evangelios, el día de la Presentación de Jesús en el templo de Jerusalén por María y José. Significa el amor de Cristo que mora en María y su amor por nosotros: Para nuestra Salvación, acepta el sacrificio de su propio Hijo.

* Los dos Corazones juntos expresan que la vida de María es vida de intimidad con Jesús.



Doce estrellas grabadas alrededor

Corresponden a los doce apóstoles y representan a la Iglesia. Ser de la Iglesia, es amar a Cristo y participar en su pasión por la Salvación del mundo. Todo bautizado está invitado a asociarse a la misión de Cristo uniendo su corazón a los Corazones de Jesús y de María.

La medalla es un llamamiento a la conciencia de cada uno, para que escoja, como Cristo y María, la vía del amor hasta la entrega total de sí mismo.







martes, 10 de noviembre de 2009

¿Cómo rezar la Corona de la Divina Misericordia?

¿Cómo rezar la Corona de la Divina Misericordia?


Se utiliza un rosario común de cinco decenas.

1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.


2. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:

"Padre Eterno,
te ofrezco el Cuerpo, la Sangre,
el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros pecados

y los del mundo entero".


3. En las cuentas pequeñas del Ave María:

"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero"
.


4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces:

"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros y del mundo entero".

* * *

En el diario de Santa María Faustina Kowalska, leemos:

"Alienta a las personas a decir la Coronilla que te he dado... Quien la recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes la recomendaran a los pecadores como su último refugio de salvación. Aun si el pecador mas empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos que confían en Mi Misericordia."

"Escribe que cuando digan esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré entre mi Padre y el, no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador."




jueves, 5 de noviembre de 2009

LETANÍAS DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL

LETANÍAS DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL


Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)

Christe, eleison.
(Cristo, ten piedad)

Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)

Christe, audi nos.
(Cristo, óyenos)

Christe, exaudi nos.
(Cristo, escúchanos)

Pater de caelis Deus, miserere nobis.
(Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros)

Fili Redemptor mundi, Deus, miserere nobis.
(Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros)

Spiritus Sancte, Deus, miserere nobis.
(Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros)

Sancta Trinitas, unus Deus, miserere nobis.
(Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros)

Sancta Maria, Regina Angelorum, ora pro nobis.
(Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros)

Sancte Michael Archangele, ora pro nobis.
(San Miguel Arcángel, ruega por nosotros)


Sancte Michael, sapientiae divinae fons abundans, ora pro nobis.
(San Miguel, fuente abundante de la sabiduría divina, ruega por nosotros)

Sancte Michael, divini Verbi adorator perfectissime, ora pro nobis.
(San Miguel, adorador pefectísimo del Verbo Divino, ruega por nosotros)

Sancte Michael, quem gloria et honore Deus coronavit, ora pro nobis.
(San Miguel, a quien coronó Dios de gloria y honor, ruega por nosotros)

Sancte Michael, caelestis exercitus princeps potentissime, ora pro nobis.
(San Miguel, príncipe poderosísimo del ejército celestial, ruega por nosotros)

Sancte Michael, Trinitatis sanctissimae signifer, ora pro nobis.
(San Miguel, portaestandarte de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros)

Sancte Michael, paradisi custos, ora pro nobis.
(San Miguel, guardián del Paraíso, ruega por nosotros)

Sancte Michael, dux et consolator populi Dei, ora pro nobis.
(San Miguel, caudillo y consolador del pueblo de Dios)

Sancte Michael, splendor et fortitudo militantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante, ruega por nosotros)

Sancte Michael, confortator purgantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, confortador de la Iglesia purgante, ruega por nosotros)

Sancte Michael, honor et gaudium triumphantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, honor y gozo de la Iglesia triunfante, ruega por nosotros)

Sancte Michael, lumen Angelorum, ora pro nobis.
(San Miguel, lumbrera de los Ángeles, ruega por nosotros)

Sancte Michael, praesidium orthodoxi populi, ora pro nobis.
(San Miguel, asilo del pueblo ortodoxo, ruega por nosotros)

Sancte Michael, sub signo Crucis militantium fortitudo, ora pro nobis.
(San Miguel, fortaleza de los que militan bajo el signo de la Cruz, ruega por nosotros)

Sancte Michael, lux et spes animarum in agone mortis, ora pro nobis.
(San Miguel, luz y esperanza de las almas que están en agonía, ruega por nosotros)

Sancte Michael, auxilium tutissimum, ora pro nobis.
(San Miguel, auxilio segurísimo, ruega por nosotros)

Sancte Michael, in adversitatibus nostris adiutorium, ora pro nobis.
(San Miguel, ayuda en nuestras adversidades, ruega por nosotros)

Sancte Michael, aeternarum sententiarum proclamator, ora pro nobis.
(San Miguel, proclamador de las sentencias eternas, ruega por nosotros)

Sancte Michael, consolator animarum in purgatorio languentium, ora pro nobis.
(San miguel, consolador de las almas del Purgatorio, ruega por nosotros)

Sancte Michael, animas electorum post mortem suscipiens, ora pro nobis.
(San Miguel, que recibes las almas de los elegidos cuando mueren, ruega por nosotros)

Sancte Michael, princeps noster, ora pro nobis.
(San Miguel, nuestro príncipe, ruega por nosotros)

Sancte Michael, defensor noster, ora pro nobis.
(San Miguel, defensor nuestro, ruega por nosotros)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, parce nobis, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, exaudi nos, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros)


V. Ora pro nobis, Sancte Michael Archangele.
(Ruega por nosotros, San Miguel Arcángel)

R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
(Para que seamos dignos de las promesas de Cristo)


Oremus. Domine Iesu Christe, benedictione perpetua sanctifica nos, et concede, per intercessionem sancti Michaelis illam sapientiam quae doceat nos thesaurizare thesaurum in caelis, et pro temporalibus, aeterna bona eligere. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum.
R. Amen

(Oremos. Señor Jesucristo, santifícanos con tu perpetua bendición y concédenos por intercesión de San Miguel aquella sabiduría que nos enseñe a acumular tesoros en el cielo y, en las cosas temporales, elegir los bienes eternos. Que vives y reinas por los siglos de los siglos,
R. Amén.)








miércoles, 7 de octubre de 2009

Santísima Virgen María - Nuestra Señora del Santo Rosario

Santísima Virgen María
Nuestra Señora del Santo Rosario


Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.


Historia del Rosario

Desde el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos.

Mas tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marias. Los misioneros de Irlanda mas tarde propagaron la costumbre en Europa y hubieron varios desarrollos con el tiempo.


Santo Domingo busca las ovejas perdidas

La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.

Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.

También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También habían factores políticos envueltos.

Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.


La Virgen acude en ayuda de Santo Domingo de Guzmán

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albingenses volvieron a la fe católica.

Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.


Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.

Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan el Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.


La Virgen del Rosario: ¡Vencedora de las batallas!

Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción. Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede ocurrir pero, humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los Musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron completamente. Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros de la península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!


La batalla de Lepanto

En la época del Papa Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero se le hizo poco caso. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. Por fin en 1571 se estableció una liga para la defensa de Europa. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en tamaño. Se jugaba el todo por el todo. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el santo rosario con devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. El poder de los turcos en el mar se había disuelto para siempre. El Papa salió de su capilla y, guiado por una inspiración, anunció con mucha calma que la Santísima Virgen había otorgado la victoria. Semanas mas tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan, quién, desde un principio, le atribuyó el triunfo de su flota a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad toda Europa se hacia muy vulnerable. El emperador puso su esperanza en Nuestra Señora del Rosario. Hubo gran lucha y derramamiento de sangre y la ciudad parecía perdida. El alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, conduciendo un ejército de rescate, derrotó a los turcos.


La batalla de Temesvar

El Príncipe Eugenio de Saboya derrotó en Temesvar (en la Rumania moderna) a un ejercito turco dos veces mas grande que el suyo, el 5 de agosto de 1716, que en aquel entonces era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.


Excelencia del Rosario

A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la pía devoción del rezo del rosario y le han otorgado indulgencias.

Dijo Nuestro Señor: "Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al alcance de todos. Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran énfasis sobre la importancia del rosario en familia.

El Papa dominico, San Pío V (1566 - 1572) dio el encargo a su congregación de propagar el santo rosario. Muchos Papas han sido grandes devotos del rosario y lo han propagado con profunda convicción y confianza.

Su Santidad León XIII escribió doce encíclicas referentes al rosario. Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de octubre al rosario e insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en la Letanía de la Virgen. Por todo esto mereció el título de "El Papa del Rosario"


Todos los Papas del siglo XX han sido muy devotos del Santo Rosario.

Su Santidad Juan Pablo II nos insiste en el rezo del Santo Rosario. Recen en familia, en grupos. Recen en privado. Inviten a todos a rezar. No tengan miedo de compartir la fe. Nada mas importante. El mundo está en crisis. Nuestras fuerzas humanas no son suficientes. La victoria vendrá una vez mas por la Virgen María. Es la victoria de su Hijo, el Señor Rey del Universo: Jesucristo.

Un gran apóstol del rosario en familia es el Padre Patrick Peyton, quién llevó a cabo los primeros planes para que se hiciera una cruzada a nivel mundial del rosario en familia en el Holy Cross College, Washington D.C., en enero de 1942. Hizo esta cruzada en acción de gracias a María Santísima por la restauración de su salud. De una forma maravillosa la cruzada se propagó por todo el mundo con el lema: "La familia que reza unida, permanece unida".


Recomendado por la Virgen en diversas apariciones

A la Virgen María le encanta el rosario. Es la oración de los sencillos y de los grandes. Es tan simple, que está al alcance de todos; se puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial. La Virgen llevaba un rosario en la mano cuando se le apareció a Bernardita en Lourdes. Cuando se les apareció a los tres pastorcitos en Fátima, también tenía un rosario. Fue en Fátima donde ella misma se identificó con el título de "La Señora del Rosario".





martes, 6 de octubre de 2009

María Santísima y la piedad de S. Francisco - Constantino Koser

María Santísima y la piedad de S. Francisco
Constantino Koser, o.f.m.



El intenso amor a Cristo-Hombre, tal como lo practicó San Francisco y como lo dejó en herencia a su Orden, no podía dejar de alcanzar a María Santísima. Las razones del corazón católico y de la caballerosidad de San Francisco lo llevaban al amor encendido de la Madre de Dios. «Su amor para con la bienaventurada Madre de Cristo, la purísima Virgen María, era de hecho indecible, pues nacía en su corazón, cuando consideraba que ella había transformado en hermano nuestro al mismo Rey y Señor de la gloria y que por ella habíamos merecido alcanzar la divina misericordia. En María, después de Cristo, ponía toda su confianza. Por eso la escogió por abogada suya y de sus religiosos, y ayunaba en su honor devotamente desde la fiesta de San Pedro y San Pablo hasta la fiesta de la Asunción» (LM 9,3).

San Francisco no es solamente un santo muy devoto, muy afecto a la Madre de Dios, sino uno de los santos en quien la piedad mariana se manifiesta con una floración original y singular, sin que por ello se aparte en lo más mínimo de las líneas marcadas por la Iglesia. La Edad Media, de la cual es hijo San Francisco, tuvo una piedad mariana llena de los más suaves encantos, porque estaba fundada íntegramente en la nobleza de los sentimientos y en la cortesía de las actitudes de los caballeros. Los caballeros se consideraban paladines de la honra y de la gloria de María Santísima. En general, respetaban en las mujeres a la Madre de Dios, habiendo introducido así costumbres suaves y delicadas en una época de la Historia que fue excesivamente guerrera y dura. Las reinas y emperatrices santas de esta época deben su santidad, y no en último término, a la presión que sobre ellas ejercían la mentalidad caballeresca de su tiempo y la piedad mariana. Esta mentalidad y esta piedad las protegía y envolvía y les exigía un comportamiento que facilitaba mucho la práctica de las virtudes eminentemente femeninas y cristianas. Es cierto que el caballero ideal fue muy raro en la realidad, pero todos tenían el ideal ante los ojos y siempre era presentado de nuevo con los más vivos colores y con las más estimulantes exhortaciones. En consecuencia, muchísimos aspiraban a ello; todos lo tenían en cuenta como altamente deseable y así influía en todos poderosamente.

San Francisco, que en su concepción específica de la vida religiosa partía de este ideal, y que consideraba a los suyos como «caballeros de la Tabla Redonda» (EP 72), cultivó con esmero y con toda su intensidad el servicio a la Virgen Santísima dentro de los moldes caballerescos y condicionado a su concepto y a su práctica de la pobreza. Nada más conmovedor y delicado en la vida de este santo que la fuerte y al mismo tiempo dulce y suave devoción a la Madre de Dios. Derivada del amor a Dios y a Cristo, orientada por el Evangelio y vaciada en los moldes y costumbres de la caballería medieval que él transportó a una sobrenaturalidad, pureza y fuerza singularísimas, esta piedad mariana del santo Fundador es parte integrante de lo que legó a su Orden y que en ésta fue cultivada con esmero. San Francisco hizo de los caballeros de Madonna Povertà los paladines de los privilegios y de la honra de la Madre de Cristo.

Las fuentes de la vida y de la espiritualidad de San Francisco son unánimes en narrar cómo la iglesita de la Porciúncula -minúscula, pobre y abandonada en el valle al pie de Asís, iglesita de Nuestra Señora de los Ángeles-, atraía las atenciones de San Francisco y le ataba a dedicarse a ella. Atrajo sus atenciones cuando estaba para cumplir, según la interpretación que él le daba, la orden de Cristo de reconstruir la santa Iglesia. El edificio amenazaba ruinas. San Francisco puso manos a la obra y en poco tiempo, con piedras y cal de Madonna Povertà restauró la estructura de la capilla: «Viéndola (la capilla) San Francisco en tan ruinoso estado, y movido por su indecible y filial afecto a la Soberana Reina del Universo, se detuvo allí con el propósito de hacer cuanto le fuese posible para su restauración... En este lugar fijó su morada, movido a esto por su reverencia a los santos ángeles, y mucho más por su entrañable amor a la Bendita Madre de Cristo» (LM 2,8). La obra del santo no fue muy artística, ya que él trabajaba más con los medios de la santa pobreza que con la regla y la escuadra. Pero sí la hizo firme, de acuerdo con su devoción. Quizá nunca jamás dedicó mayor amor a una obra en su vida. Esta sencilla y pobre capillita tornóse en lugar predilecto para el santo. Allí hacía sus largas vigilias, allí rezaba, allí tuvo visiones de los ángeles y santos, de Cristo, de la Virgen Madre. Con toda ternura amaba la pobreza de este lugar, incluyendo la capillita en el amor que dedicaba a la Señora de los Ángeles. Allí mismo, en esta capillita, formó la Orden Franciscana, allí formó los primeros compañeros, allí edificó el primer convento, allí vistió el hábito a Santa Clara, allí celebró los primeros Capítulos Generales. De sus peregrinaciones apostólicas volvía siempre a este lugar con grande añoranza e inmensa alegría. Si acaso él tuvo residencia, ésa fue la Porciúncula.

Amaba tanto la capillita de Nuestra Señora, que determinó que fuera la casa central de la Orden que iba creciendo. Y casa central, en el pensamiento de San Francisco, no era una curia, dotada de mucho personal y de todos los recursos administrativos propios de una obra de tal envergadura, sino el cuartel general de la pobreza y la humildad, del celo seráfico y de la disciplina rígida, envuelta en una simple y discreta alegría. Pidió que allí, en el santuario de la indulgencia inaudita que él alcanzó de Cristo y de los Papas por intercesión de María Santísima, fueran colocados pocos frailes, dedicados a la oración y a la contemplación (EP 55). Con el correr de los tiempos muchos frailes menores vivieron efectivamente así en ese lugar y allí se santificaron, aprovechándose de las reglas de rigurosa disciplina y clausura que facilitan la vida de contemplación y de virtud.

Después de haber sido marcado por Cristo con las señales gloriosas pero dolorosas de la Pasión, San Francisco regresó a la Porciúncula. De allí volvió a partir para predicar, pero siempre regresaba. Los frailes, preocupados por su salud delicada, le obligaron a que permitiera ser llevado a donde mejor podían atender al tratamiento que exigía su estado. Así, pues, cuando estaba para terminar el tiempo que Dios le había concedido, y que él sabía cuándo iba a tener fin, San Francisco pidió que lo llevasen nuevamente a la capillita de la Virgen de los Ángeles. Y a la sombra de la iglesita entregó su alma a Dios en ese tránsito incomparable que fue el suyo (1 Cel 97ss).

María Santísima, tan agraciada por Dios, posee encantos mil, y su semejanza con su Hijo Divino es tan rica, que un corazón humano no puede venerar de una sola vez todas las prerrogativas que se acumularon en ella gracias a la generosidad divina. De ahí la posibilidad de las más variadas devociones a la Virgen, la posibilidad de que cada cual la venere y ame bajo el aspecto que más lo conmueve, que más lo inflama.

De acuerdo con la orientación fundamental de la piedad que cultivaba, San Francisco sobre todo vio en María las prerrogativas máximas, las relaciones especialísimas con la Santísima Trinidad: «Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya» (Saludo a la B.V.M.). «Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y sierva del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros...» (Antífona del OfP).

Son éstas, sin duda, las prerrogativas más misteriosas y menos accesibles para la pobre mente humana, pero al mismo tiempo son también la fuente de todo lo demás en María Santísima; más aún: son las mayores prerrogativas que en ella se pueden considerar. Quien consigue inflamar en ellas su corazón está de hecho muy aprovechado en el camino de la virtud, de la abnegación, de la desnudez espiritual, del recogimiento; está ya muy cerca del amor puro y casto de Dios. Como en la actitud franciscana delante de Dios, también aquí la espiritualidad seráfica conduce a las más altas cumbres, a los más estrechos y solitarios caminos, manda bordear los más peligrosos precipicios. No por espíritu de aventura, ni por amor a la singularidad y a la extravagancia, ni siquiera por un falso amor propio y por vanidad, y sí por amor profundo y caballeresco a Dios Uno y Trino y a esa mera creatura que el poder divino aproximó más a su misterio. Un franciscano no retrocede ante las dificultades en este camino, pues es el camino del amor seráfico, del amor que no mide dificultades ni peligros, que no calcula expensas y ganancias, del amor que única y exclusivamente tiene en vista a la persona amada.

Así amó San Francisco. Su amor esclarecido con ciencia infusa y la gracia divina lo llevaron derecho a los misterios más profundos y más difíciles, a los más llenos de oscuridad para el espíritu humano, pero al mismo tiempo más llenos de Dios y por lo mismo más llenos de estímulos para el amor. Estos estímulos, por tanto, no podían ser aprovechados con la mera inteligencia. La mente humana por sí sola es incapaz de esta empresa y no es el arma con la cual se forzará la entrada a esta plaza fuerte de las prerrogativas trinitarias de María Santísima. El arma apropiada es el amor que secunda la inteligencia iluminada por la fe. Solamente el amor que a cada paso que da se enciende nuevo y más fuerte; que, por así decirlo, saborea todos los términos que se usan y todas las proposiciones que se descubren, solamente este amor es capaz de percibir el verdadero valor de sentir los fortísimos y altísimos estímulos; solamente este amor es capaz de aprovechar las energías casi infinitas, escondidas en estas recónditas verdades de la santa fe. No es, pues, de admirar que el seráfico santo y todos sus verdaderos imitadores hayan sentido los más fuertes atractivos precisamente hacia este misterio de la Virgen santa.

María está en una especial e íntima relación de Hija y de Sierva respecto del Eterno Padre. ¿Podrá un mortal, pobre y ciego en el amor, medir lo que significan para la Madre de Dios estas palabras en su sentido especial: Hija y Sierva del Eterno Padre? ¡Cuánta ternura, cuánto ardor, cuánta dedicación, cuánta generosidad, cuánta caridad y gracia sobrenatural, cuánta sublimidad y grandeza, cuánta preferencia no se ocultan en estos términos tan simples! San Francisco procuraba entenderlos, a semejanza de lo que hacía la propia Virgen Madre: «María conservaba todo esto y lo meditaba en su corazón» (Lc 2,19). Hacía los más constantes esfuerzos para que estas palabras: Hija y Sierva del Eterno Padre, no fuesen únicamente la proposición de palabras frías, sino un foco de luz y calor para su alma. En la realidad significada estas palabras son fuego, fuego ardiente de luz y calor. Los hombres, infelices, tienen la triste posibilidad de neutralizar las copiosas y ardentísimas energías que dimanan de este misterio, privando las palabras de su proporcional repercusión en la mente. San Francisco, con seriedad y tenacidad, con comprensión siempre más profunda, con calor e interés cada vez más intensos, logró que el torrente vivo de amor de este misterio se derramase en su alma.

Madre del Verbo Eterno. Si el término «Hija y Sierva» ya contiene de por sí dulzuras inmensas y fuerzas incalculables, mucho más es lo que adivina y con razón el alma de San Francisco al oír este otro término mariano: «Madre». Realmente Dios en su sabiduría infinita supo encontrar un medio para hacer de una creatura su Madre, Madre de Dios, Madre del Verbo Eterno. Hizo que las entrañas purísimas de esta creatura concibiesen y que de ellas naciese el cuerpo humano, dotado de alma humana por creación omnipotente de Dios y unido sustancialmente, en la unidad de persona, al Verbo Eterno, desde el más primitivo instante de la concepción. De esta forma la Virgen se convirtió en Madre de Dios en el mismo sentido real y completo en que otras mujeres son madres de sus hijos, simples hombres. Nada, absolutamente nada, falta de los elementos que de hecho constituyen la maternidad. Como otras madres son madres de sus hijos en aquello que estrictamente significa ser madre, así María es Madre de Dios. Como las otras madres no lo son únicamente del cuerpo que de ellas proviene por causalidad física, sino que lo son del individuo, de la persona toda que de hecho dan a luz, de la misma forma María Santísima es Madre de Cristo todo, Dios y Hombre, en la unidad de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Y así, en sentido verdadero y real, no metafóricamente, ella es Madre de Dios, Madre del Verbo Eterno. Solamente Dios mismo podía idear y concretar maravilla tan sublime. Mediante esta maravilla establecióse entre la Virgen y su Dios -que es su Hijo- la intimidad singular que existe entre Madre e Hijo: el amor maternal es en María un amor teologal.

San Francisco intentaba comprender lo que esto significa para la Virgen. Intentaba asociarse respetuosamente a los ardores del amor que ardía en su corazón. Intentaba medir la sublimidad de su posición. Intentaba medir los tesoros que la infinita riqueza de Dios había depositado en el alma de su santa Madre. Consideraba amorosamente, embebido, que toda la ternura del más amoroso corazón de Madre era el ejercicio de la virtud teologal de la caridad infusa, dirigida directamente a su Dios, porque este Dios es realmente su Hijo. ¡Qué felicidad indecible para una creatura, poder en esta forma dirigir directa y totalmente a Dios toda la fuerza natural del amor maternal, sin impedimento y sin restricción! ¡Cuántos no serán los méritos de tan inmenso amor! ¡Cuántas no serían las riquezas que de instante en instante acumulaba el alma bendita de la Virgen! San Francisco, en su amor, sentíase feliz de ver esta felicidad, esta riqueza, esta gloria y esta honra de María. Y también se sentía feliz de alcanzar a través de este camino que el oculto misterio de la Santísima Trinidad fuera más accesible a su alma. Entraba por esta «Puerta del Cielo» para entrever, ofuscado, el misterio de amor de la relación entre Padre e Hijo. Así aprovechaban a su caballero las riquezas de María Santísima. Ella, tan rica, no tiene necesidad de guardar celosamente sus prerrogativas. Si ellas aprovechan a sus hijos, más la glorificarán a ella. Por eso, no en vano la liturgia le acomoda las palabras de la Sabiduría, enseñando así que ella misma aprendió a amar en sus prerrogativas: «Aprendí (la Sabiduría) sin falsedad, y sin envidia la comunico, y no escondo su santidad. Es un tesoro infinito para los hombres. Los que de ella usaren se harán partícipes de la amistad de Dios, recomendados por los dones de la disciplina» (Sab 8,13-14). «Yo soy la Madre del amor hermoso, del temor y de la santa esperanza. En Mí está la gracia de todos los caminos y las virtudes, en Mí toda la esperanza de la vida y de la virtud» (Ecl 24,24-25). Nada difícil es verificar cómo operaron estas acomodaciones litúrgicas en la mente de San Francisco respecto de su piedad marial. Para convencerse de esto basta considerar las palabras con las cuales se refiere a María Santísima, por ejemplo en la oración arriba citada (Saludo a la B.V.M.).

El título de Esposa del Espíritu Santo producía también en San Francisco una dulzura y una dignidad sublimísima. Todas las almas son esposas del Espíritu Santo, pero María lo es, sin embargo, en un sentido completamente peculiar, en un sentido intensísimo, que fue suficiente para que la revelación apropiase al Espíritu Santo la obra de la fecundación del seno virginal de la Madre de Dios en la hora de la Encarnación: Spiritus Altissimi obumbrabit te, «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35), le explicó el Arcángel. Y cuando la Virgen dijo su «Hágase» (Lc 1,38), celebróse el supremo matrimonio místico del cual participa como esposa una mera creatura. ¿Qué son todos los arrobos experimentados por almas santas en los matrimonios místicos, en comparación con este de la Virgen Madre? Ningún otro ha tenido por fruto la Encarnación del Verbo Eterno, ningún otro ha tenido por fruto el Cuerpo santísimo de Cristo Jesús, el Verum corpus, natum de Maria Virgine. Ningún otro, por lo mismo, estableció lazos tan íntimos entre el Esposo divino y el alma agraciada. Ningún otro trajo consigo elevación tan alta, consagración tan sublime, plenitud tan completa y perfecta. El matrimonio divino de la Virgen de Nazaret es singularísimo, único en el más estricto sentido de la palabra. Todos los demás son indudablemente gracias sublimes e inmerecidamente grandes, pero no llegan nunca a formar sino una unión mística y un cuerpo místico, un miembro del Cuerpo Místico de Cristo y, dentro del conjunto de todos, el Cuerpo Místico como tal. El matrimonio divino de María tuvo en cambio como fruto el Cristo físico, y ella misma se convirtió, no solamente en miembro, sino en Madre y Reina de todo el Cuerpo Místico, causa meritoria de todos los demás matrimonios místicos con que fueron agraciadas las creaturas racionales: ángeles y hombres. Su matrimonio no es únicamente más íntimo, más profundo, más amplio, más proficiente, más sublime y más real, sino que se distingue de los demás por su cualidad: forma como una especie aparte en este orden sobrenatural de las relaciones con Dios. Este título significa para la Virgen una intimidad sin par con Dios, una dulzura infinita de sus relaciones, una elevación singularísima e incomprensiblemente alta.

San Francisco no tradujo estas verdades en términos teológicos. Las entrevió a su modo; fueron para él una puerta más para penetrar en el misterio trinitario, un motivo más para amar a la Virgen. Tenía presentes las palabras que la Iglesia aplica a María Santísima: El Esposo divino que dice a la Esposa: «¡Cómo eres bella, amiga mía, cómo eres bella!» (Cant 4,1). Y la Esposa, María Santísima, que dice: «Su izquierda bajo mi cabeza, su diestra me abraza» (Cant 8,3). El santo intentaba comprender respetuosamente esta intimidad de amor. Sabía, y esto lo colmaba de indecible dulzura, que a semejanza de esta intimidad, también para él era el amor del Esposo divino y que María es Madre del amor santo y hermoso: «Yo soy la Madre del amor hermoso... Quien me oye no se confundirá. Los que obran por Mí, no pecarán. Los que me esclarecen tendrán la vida eterna» (Ecl 24,24; 30-31). ¡Qué transportes de alegría y de amor no sacaría de estas sublimes verdades!

Contemplando estas maravillas, ya no se admiraba San Francisco de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo hubiesen adornado a la Virgen de prerrogativas singularísimas y estupendas. Contemplaba principalmente la plenitud de gracias, la plenitud de virtudes y la plenitud de poder. Si en esta consideración preferencial de los privilegios se tiene en cuenta la mentalidad caballeresca del santo, también se pone de manifiesto su seguro tino teológico: concentróse sobre las prerrogativas marianas que fluyen en línea recta de las relaciones con la Santísima Trinidad. ¿Cómo podría el Padre Eterno no adornar a su Hija de todos los dones de la santidad? ¿Cómo podría el Hijo, el Verbo Eterno, no conceder a su Madre todos los privilegios que pudieran ponerse en ella? ¿Cómo podría el Espíritu Santo tenerla como Esposa, sin hacerla al mismo tiempo Señora y Reina del Universo? Hasta parece que estas prerrogativas no son sino el complemento de aquellas otras, las relaciones especiales de las Divinas Personas. San Francisco escogió bien y coherentemente. Procuraba penetrar más y más en el sentido de estas prerrogativas, para que se transformasen en otros tantos motivos de amor y de celo caballeresco a Dios y a su santa Madre.

La devoción marial fue para San Francisco lo que debe ser según la intención divina: una escuela de virtudes. Son tantas las virtudes de la Virgen, que no caben en el alma de cada uno de sus hijos, por lo cual es necesario escoger. San Francisco escogió, orientado aún en esto por su espíritu de caballero y por su piedad trinitaria, principalmente tres centros, tres focos de toda virtud moral. Se extasiaba con la virginidad: Hija Virgen del Eterno Padre, éste le conservó milagrosamente la virginidad cuando la hizo Madre de su Hijo. Madre de Cristo, la Virgen practicó la virtud de la pobreza -y San Francisco encantóse en contemplar la pobreza de la Virgen, la más fiel imagen de la pobreza de Cristo-. Casi siempre la excelsa Madonna Povertà se confunde en San Francisco con la imagen de la Madre de Dios. Finalmente lo llenaba de ternura la contemplación del amor de la Virgen Esposa del Espíritu Santo, y así desembocaba en este centro de toda su espiritualidad: el amor, siempre el amor.

Esta imagen característica de María en la mente de San Francisco tenía que llevarlo también a una piedad mariana de cuño característico. Y fue así. Por encima de todo se esforzó en imitar el amor que el Eterno Padre consagra a su Hija predilecta y singular. San Francisco ardió en amor a María, amor sublime, amor casto, amor intenso y fuerte, amor que no conocía límites, amor que no retrocedía ante las dificultades, amor que le dictaba las más sublimes y arriesgadas proezas de virtud en la glorificación y en la imitación de la Virgen María. Imitó también con el mismo celo seráfico la veneración filial de Cristo para con su Madre. Considerábase hijo de esta Madre de Dios y le dedicó toda la ternura que un corazón tan bien formado como el suyo puede dedicar a Madre tan sublime y amorosa. Correspondió también al modo peculiar del amor del Esposo divino, dedicado a María, todo y sin reserva, sobrenaturalizado e intensificado, todo el amor que los caballeros dedicaban a la Esposa de sus soberanos. Amor intrépido, inquebrantable, fiel, casto y respetuoso. Por todas partes defendió las prerrogativas de la Madre de Dios, las engrandeció, le conquistó los corazones, inflamó en amor mariano las voluntades, colmó de amor filial a las almas, puso en todos los labios la oración celestial del «Ave María».

Hijos de este caballero intrépido de la Madre de Dios, herederos de su piedad y de su teología mariana, es preciso que los franciscanos cultiven el amor a la Virgen. Arda fuerte e inflame en sus corazones el celo por María y la piedad mariana de cuño franciscano.



[Constantino Koser, O.F.M., María Santísima y la piedad de San Francisco, en Idem, El pensamiento franciscano.Madrid, Ed. Marova, 1972, pp. 59-70].

lunes, 28 de septiembre de 2009

Oh Madre Mía - Marcela Gael

Oh Madre Mía
Marcela Gael



Esta canción es la ganadora del XXV Festival Mundial de la Canción Mariana 2009, evento realizado en Guatemala.

"Oh Madre mía" es una plegaria, una consagración a nuestra Madre del cielo: por ella y con ella llegamos a Jesús.

Confiémosle nuestros dolores y preocupaciones, nuestras penas y alegrías y pidámosle que nos de la capacidad de ser mansos y humildes de corazón, para aceptar y amar la voluntad de Dios en nuestras vidas.







lunes, 14 de septiembre de 2009

La Coronilla a la Divina Misericordia [Cantada]

La Coronilla a la Divina Misericordia
[Cantada]


El día 13 de Septiembre de 1935, Santa Faustina tuvo una visión. En ella vió un Ángel, ejecutor de la venganza divina. En sus manos tenía relámpagos y rayos. Viendo esta señal de la ira de Dios que debía herir la tierra, más específicamente en determinada parte, Santa Faustina empezó a pedir al Ángel que tuviera piedad, a pesar de que comprendía que en presencia de la ira de Dios su oración no podía tener eficacia... Entonces vió a la Santísima Trinidad en el resplandor de su incomprensible Santidad.

En el mismo instante, la humilde religiosa experiemntó dentro de sí las palabras con las cuales, con fuerza insólita, empezó a implorar socorro por el mundo. ¡Oh prodigio! Ante aquella oración el Ángel se sintió desarmado y no pudo cumplir ya su obra de justo castigo...

He aquí las palabras con las cuales se había dirigido a Dios: "Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amado Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y los de todo el mundo. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero...".

domingo, 24 de mayo de 2009

Magnificat - Hna Glenda

Magnificat
Hna Glenda

Video grabado en la Televisión Chilena con el tema "Magnificat" de la Hermana Glenda Hernández.




Videos explicativos del Santo Rosario - Juan Rivas

Videos explicativos del Santo Rosario
P. Juan Rivas


El cristiano tiene un arma poderosa: la oración. Este video te invita a entrar en la oración del Santo Rosario.

El padre Juan Rivas, con sencillas, pero fuertes y claras palabras nos instruye sobre el poder de la oración del santo Rosario, además de darnos una detallada y clara explicación de como surgió y se expandió.

Si no sabes orar o tu oración no tiene ningún efecto, este programa es para vos. Una pequeña catequesis que te ayudará a compreder esta oración tan antigua, eficaz y poderosa.


Video 1



Video 2



Video 3



Video 4






miércoles, 13 de mayo de 2009

La Virgen de Fátima

La Virgen de Fátima


El 13 de mayo de 1917 tres niños, Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, que realizaban labores de pastoreo, fueron testigos de una aparición de la Virgen María cerca del lugar llamado Cova do Iria o Cueva de Irene, en Fátima, Portugal.





lunes, 11 de mayo de 2009

Mayo: mes de la Virgen María

Mayo: mes de la Virgen María
May Feelings II


Yo rezo el Rosario. ¿Y vos?
Pensá sobre eso...








sábado, 9 de mayo de 2009

Oración final de la Veritatis Splendor - Juan Pablo II


Oración final de la Veritatis Splendor
Juan Pablo II


María,
Madre de misericordia,
cuida de todos
para que no se haga inútil
la cruz de Cristo,
para que el hombre
no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado
y crezca en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia» (Ef 2,4),
para que haga libremente
las buenas obras que Él le asignó (cf. Ef 2,10)
y, de esta manera,
toda su vida sea
«un himno a su gloria» (Ef 1,12).

(Papa Juan Pablo II,
Carta Encíclica Veritatis Splendor, n. 120).



sábado, 2 de mayo de 2009

¡Jóvenes comprometidos apoyan a una persona excepcional!

 ¡Jóvenes comprometidos apoyan a una persona excepcional!
May Feelings 


¿Tienes un minuto?
Hay 50 razones para ver este video.
Si lo haces tuyo... Tu vida habrá cambiado para siempre...




¡Animate!


lunes, 27 de abril de 2009

¿Qué es y cómo rezar el Santo Rosario?

¿QUE ES Y CÓMO REZAR EL SANTO ROSARIO?


¿Qué es el Santo Rosario?

La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la mas importante de todas.

El Rosario esta compuesto de dos elementos: oración mental y oración verbal.

En el Santo Rosario la oración mental no es otra cosa que la meditación sobre los principales misterios o hechos de la vida de Jesucristo y de su Santísima Madre. Estos misterios se han dividido en cuatro grupos: Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos.

La oración verbal consiste en recitar veinte decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave María, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los misterios del Rosario.

La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos resultados.

El Papa Juan Pablo II propuso nuevos misterios a la contemplación de los creyentes en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" del 16 de Octubre del 2002. Se llaman misterios de luz o misterios luminosos porque en su vida pública Cristo se manifiesta como misterio de luz: "Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo" (Jn 9, 5). Estos nuevos misterios se rezan los jueves, pasando la segunda contemplación de los misterios gozosos al sábado.

El Rosario no está en la Biblia, pero la Biblia está en el Rosario. A través de estas meditaciones sencillas recibimos toda la Gracia que necesitamos y contemplamos 20 cuadros de la Sagrada Escritura que nos ayudan en nuestra vida de fe.


¿Cómo rezar el Santo Rosario?

Para recitar el Rosario con verdadero provecho se debe estar en estado de gracia o por lo menos tener la firme resolución de renunciar al pecado.

1.-
Mientras se sostiene el Crucifijo hacer la Señal de la Cruz y luego recitar el Símbolo de los Apóstoles o Credo, o el acto de contrición.

2.- Anunciar el primer Misterio del Rosario de ese día y recitar un Padre Nuestro. Hay cuatro tipos de Misterios, que se detallan a continuación:

MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado) [con ejemplos en video]

1. La Encarnación del Hijo de Dios.


2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel.



3. El Nacimiento del Hijo de Dios.



4. La Purificación de la Virgen Santísima.


5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.



MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. El Camino del Monte Calvario.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.

MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La Venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen.

MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La autorevelación de Jesús en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La institución de la Eucaristía.

3.- En cada una de las diez siguientes cuentas pequeñas (decena) recitar un Ave María mientras se reflexiona o contempla el misterio.

4.- Recitar un Gloria luego de las diez Ave Marías.

5.- Cada una de las siguientes cuatro decenas es recitada de la misma manera: anunciando el correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria mientras se medita en el misterio.

6.- Cuando se ha concluido el quinto misterio se reza un Padre Nuestro y tres Ave Marías por las intenciones del Santo Padre.

7.- Luego se hace el rezo del Salve Reina.

8.- Los Cenáculos de la Virgen de Guadalupe de la Asociación "Fraternidad de Vida Nueva" hacen a continuación una oración especial por el Santo Padre y por los sacerdotes, por la Patria y por Fraternidad de Vida Nueva.

9.- Es tradición añadir las letanías de la Virgen al finalizar el Santo Rosario.






¡Rece el Santo Rosario en Familia!


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